Acabaste toda tu comida mientras mirabas televisión o tu redes sociales, y ahora te sientes hinchado y no puedes ni siquiera decir a qué sabía tu comida. O tal vez te sientes culpable por acabar de una sentada ese pedazo de torta que dejaste en el refri. 

Estos comportamientos y mentalidades contrastas con la alimentación consciente, también conocida como ‘mindful eating’ que consiste en utilizar todos los sentidos físicos y emocionales para experimentar y disfrutar de las elecciones de alimentos sin juzgarlas. 

La alimentación consciente se deriva de la filosofía más amplia del mindfulness, una práctica generalizada y centenaria utilizada por varias religiones. La conciencia plena es un enfoque intencional en los propios pensamientos, emociones y sensaciones físicas en el momento presente. 

Las filosofías de la alimentación consciente y la alimentación intuitiva se superponen, pero difieren en algunos aspectos clave. Mientras que la alimentación consciente consiste en estar presente para experimentar la comida mientras se come, la alimentación intuitiva se centra más en mejorar la relación con la comida y la imágen corporal rechazando los mensajes externos de las dietas rígidas. 

Algunos estudios han sugerido algunos beneficios de la práctica de la alimentación consciente, en gran parte basados en sus aspectos meditativos y en su capacidad para ayudar a las personas a diferenciar las señales de hambre física del hambre emocional. 

Algunas personas han experimentado pérdida o estabilización del peso, reducción de la ansiedad y el estrés, han regulado sus hábitos alimenticios y un alivio del síndrome del intestino irritable y de los síntomas gastrointestinales.

¿Quieres probar la alimentación consciente? Esto debes de saber antes de empezar: 

El objetivo de la alimentación consciente es estar más en sintonía con todos los sentidos, vista, olfato, oído, gusto y tacto, y con tus pensamientos mientras te alimentas sin distracciones, dice Teresa T. Fung, profesora y directora del Programa Didáctico de Dietética de la Universidad Simmons de Boston, y profesora adjunta de Nutrición en la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard.

“Cuando desayune, no voy a estar con mi iPad en la mano leyendo las noticias de hoy. No voy a revisar mi correo electrónico. Me sentaré en un lugar tranquilo, puede ser un sofá. No tengo que sentarme en la mesa del comedor”, explicó Fung.

La gratitud es tanto un aspecto como un resultado potencial de la alimentación consciente. Al aumentar la conciencia más allá de uno mismo mientras se come, también se puede pensar en “la procedencia de los alimentos, expresando gratitud por los elementos del entorno y las personas implicadas en el trayecto de los alimentos hasta el plato”, explica Cheung, directora editorial de The Nutrition Source, el recurso en línea del departamento de Nutrición de la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard que ofrece orientación científica para una vida sana.

Puede que estés acostumbrado a utilizar el teléfono, ver la televisión o leer mientras comes, pero puedes acabar con ese hábito eliminando gradualmente las distracciones a la hora de comer. “Si cenas viendo la televisión la mayoría de las noches de la semana, ¿puedes empezar reservando la noche del domingo para comer con atención? Luego el lunes, y así sucesivamente”, afirma Cheung.

Si te sientes impaciente o con ganas de tomar el teléfono mientras comes, no pasa nada, dijo Cheung. Solo tienes que estar consciente de esas sensaciones, respirar profundamente unas cuantas veces y volver a prestar atención a tu comida. Toma pequeños bocados y mastica bien. Si comes despacio, es más probable que reconozcas cuándo estás satisfecho, en lugar de lleno, y puedas dejar de comer.

“Compartir una comida o comer junto a otras personas es ciertamente recomendable”, afirma Cheung, y comer con atención “no tiene por qué significar consumir la comida en silencio”. Más bien, procura reservar unos minutos al principio de la comida: sonríe a tus compañeros, expresa tu gratitud por la comida y la compañía de los demás, y prueba los primeros bocados sin hablar para centrarte en la experiencia de comer”.

Una vez que hayas comido con atención durante un tiempo, la mentalidad puede aplicarse a otras áreas de tu vida. “Lo puedes aplicar a la vida consciente y a hacer una cosa a la vez”, comenta Fung. “Voy a revisar mis correos electrónicos ahora; voy a ver la televisión más tarde. A menudo, hacemos tantas cosas al mismo tiempo que en realidad no prestamos atención a nada”.

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